martes, 12 de junio de 2007

Mal Presagio

La nave surcó los aires como un cohete en reacción a un ataque terrestre. El joven coleccionaba estampillas siderales y comía las barras de cereales más originales que se pudieran concebir. Partía diciendo: de esta agua no beberé, debido a un sinúmero de infecciones y bacterias que a más de algún compañero de equipo le causó problemas estomacales.
Oh! Mira cómo se ve desde acá la Tierra!! señalaba mientras se sumergía en un hueco de la nave y se agazapaba como niño embobado viendo su primer juguete. "Como te darás cuenta estamos a miles de kilómetros de distancia, y ya no hay mucho que hacer, simplemente comes y duermes lo que tengas que descansar. Atravesarás momentos de soledad y quizás más de alguna vez querrás bajar, pero no te preocupes, aquí estaré para protegerte y tirarte un cable a tierra jajajaja", decía el orientador con su voz irónica, mientras el otro lo oía atentamente atemorizado por semejantes palabras llenas de humor, pero llenas de verdad, una triste verdad.
Pasados unos años el nuevo tripulante adquirió las costumbres del resto, subía a la plataforma cuando debía, no hacía muchas preguntas, comía lo que le daban y, claro, esos "momentos de soledad y desesperación" ya empezaban a hacerse muy llevaderos. Un día, cuando los otros estaban en el turno del comando, se agazapó como su orientador, miró por la ventana, y se dio cuenta de que la Tierra estaba muy cerca. Sus ojos asombrados, la boca abierta y el aire ralo que pasaba de repente por las turbinas inventadas, comenzaron a provocarle una sensación de esperanza, la cual - pensaba - había muerto hacía tiempo.
Con el dedo apuntó tímidamente esa bola de agua y tierra, la añoraba - lo sabía internamente - más de lo que presuponía. Mientras se acurrucaba más y más soñando con los ojos abiertos a volver a ver a su familia, a tocar con los pies el agua del mar, seducir a alguna muchacha de su barrio, formar una familia, comprar en el negocio de la esquina, tocar los árboles, comer la rica fruta que compraba su mamá cuando pequeño... recién ahí, se dio cuenta del daño.
Su orientador se acercó silenciosamente por detrás, le susurró algo al oído, y el joven se levantó. Se miraron fijamente, como si hubiera pasado mucho tiempo que no se veían:
-"Te dije, el cable a tierra lo tiraré cuando menos lo esperes... y veo que lo necesitas"
-"¡Quiero volver!"
-"Ja ja, ¿ahora?"
-"Sí, ahora mismo"
-"Lo siento, pero al parecer tendré que meterte el maldito chip a la cabeza para hacerte memoria, ése será tu cable a tierra. Resulta que cuando tenías 17 años, te reclutaron para formar parte de un equipo interdisciplinario que buscara soluciones intergalácticas y condiciones de vida en otras esferas. La Tierra hace muchos años que ya no existe como tal, se podría decir que está casi colapsada. No quedan ni el oxígeno suficiente, ni agua, ni minerales que solventen tu sobrevivencia allá. Tu familia está enclaustrada junto con otras miles - porque ya no hay millones, sino miles - bajo la tierra, tratando de pensar que nosotros aquí arriba lograremos algo. Y tú, caíste en una especie de locura espacial, tuvimos que doparte, hablarte y educarte prácticamente de nuevo para que asumieras el rol que te correspondía: ser el pionero en la educación y formación de los primeros hombres en otro planeta. Posees ua inteligencia única y por eso te escogimos, pero veo que ahora, justo ahora nos estás fallando"
-"No sé de qué me hablas y todo esto parece sacado de cualquier cosa menos de la realidad"
-"¿quieres realidad? Mira hacia la ventana, ve bien... te suplico, ve bien esa pelota incolora y seca, y dime qué es lo que efectivamente VES!"

Se acercó a la ventana, con un temblor de piernas que casi no podía avanzar, miró fijamente ese elemento esférico, y cayó en la cuenta, la horrorosa cuenta de lo cierto: no había verde, no había azules, no había matices, sólo ciertos gases, grises, y uno que otro hoyo en espera de agrandarse.
El daño ya estaba hecho.

-"Esto sí que es mal presagio", pensó para sí, mientras se volteaba hacia su orientador para seguir con la rutina de comando, pues ahora era su turno. Y eso, no lo había olvidado.

2 comentarios:

Leonardo López Orozco dijo...

guau.dime que lo escribiste tu! esta notable, con una agradble reminisencia a los cuentos de las cronicas marcianas de Ray Bradbury y con mucho del estilo de sus cuentos, esa desesperacion por hacer algo que ya no existe, la soledad, la mala mano de la vida y la vuelta de cara...uf!
me gusto caleta! es tuyo cierto? dime que si?!

Stratus dijo...

Muy muy Asimov, el relato, muy real con lo que nos puede llegar a pasar. De hecho está pasando. Las cosas pueden cambiar radicalente si no hacemos algo AHORA que tenemos tiempo los recursos y no todo está perdido. Si hemos llegado a desarrollar tanta hermosa tecnología, ¿cómo no podremos encontrar la manera de hacer que esta sea compatible con nuestro entorno? No podemos comportarnos como una maldita plaga devastando todo lo que hay en este planeta para luego ir a otro. Espero mas relatos como este para que sirvan de inspiración para el juego que estoy concibiendo "TerraNova".

Le damos 6 sillones de lectura, un Cóndor Negro y un año de subscripción a TerraNova.