lunes, 23 de julio de 2007

...

Había pretendido sentirse tranquila. Sin embargo, algo le decía que todo lo visto antes de su cuerpo, todas esos extraños remecimientos sí eran signos de algo peor. Quizás por eso su madre la cuidaba tanto, puede que el mismo primo haya sabido y estaba ocultándole una horrible enfermedad.

"¿María, cómo te sientes ahora?", le decía Agustín sobándole las piernas y brazos pues el pequeño y delgado cuerpo parecía un témpano.

"Mucho mejor, gracias por cuidarme tanto, de veras que no necesitas estar acá todo el día. Sal un rato a descansar y a respirar aire puro. El día está tan bello, por favor no lo desperdicies por mí"

"Jamás perdería tiempo estando contigo. Lo único que quiero es que te recuperes y juguemos como siempre lo hemos hecho. No me sentiría tranquilo si sé que mi prima preferida está aquí encerrada... más si sé que eres tú misma la ansiosa por salir de esta casa y correr todo lo que pueda para ganarme una carrera hasta la barca"

"jajaja conoces bien mis deseos"


"Cof cof cof!! " sonó de repente una tos que no paraba en la noche. La mamá se levantó y fue a mirar a su hija, pálida, transpirando y con la respiración agitadísima.

"Ay! llamaré al médico de urgencia. Esto no puede seguir así. María, hija, qué comiste? fuiste a algún lugar que te prohibí? confía en mí, juro por lo más sagrado que no te voy a retar ni castigar, pero dime la verdad. Porque esto es imposible que esté pasándote si has seguido todas las reglas".

"Mamá... sólo quiero decirte una cosa. Pero si lo hago, no castigues a Agustín". De repente, se sonrojó. No sabía cómo decirle la terrible noticia, suspiraba y tragaba saliva rápidamente, porque mientras más lo pensaba, más imposible se le hacía el construir las palabras y conformar esa oración que nadie querría oír"

Mamá... Mamá...


"Ahí estaba yo, sentada en la barca, esperando a que llegase. Pero jamás llegó, de repente, me dijo que quería ir más lejos, y seguimos corriendo. Hasta que le gané la carrera, y desapareció misteriosamente. No sabía dónde estaba, mamá, te juro que me asustó muchísimo. Yo le gritaba, le decía que ya no era gracioso que no apareciera. Y nada"

"Pero qué hizo este muchacho??"

"Mamá...si te cuento, si te llegara algún día a contar cof!, no creo que quieras vivir para recordarlo, cof!!". Ya estaba débil para continuar hablando.

El primo llegó a la puerta y golpeó tres veces como siempre. El estómago de María se revolvió, y los retorcijones eran dolorosos.

"Hola! cómo te sientes hoy?, decidí quedarme fuera, Jaime me invitó a jugar toda la noche a los videos"

"Ah qué bien... me siento mejor cof!"

"María y esa tos?"
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continuará...

lunes, 16 de julio de 2007

Lo concreto




Nunca iba a comprar sola. Constantemente era acompañada o por su hermano menor, por su primo (que vivía en la misma casa) o por el perro que habían adiestrado para cuidarla. María no conocía lo que ahora se llama "libertad", y se acostumbró a no querer saberla.
Miraba las casas, a la gente salir de compras, ir a trotar, tomar helado, ir en bus o simplemente andar sola por la ciudad. Se preguntaba cómo era posible que no temieran a la soledad, a que les pasara algo o los atacaran. Un día, el primo se acercó a la madre de María: "tía, ¿qué pasa con María que no puede andar sola por las calles, y ni siquiera ir a comprar a la esquina sola?, ¿está enferma de algo que no sepamos?" "No!, al contrario, goza de muy buena salud. Ocurre que deseamos lo mejor para ella". Con el tono de la oración que iba desde un timbre alto hasta uno más pausado y bajo, daba por terminada la pregunta y respuesta. "No creo que sea tan sencillo de explicar", se decía Agustín entre dientes. Todas las mañanas - a partir de la pregunta - el primo decidió acompañar a María. Aun cuando fuese muy temprano y él hubiera salido la noche anterior, madrugaba para estar con ella y tratar de descubrir el secreto de la familia. Desde el lado, la observaba, la olía, le hablaba. Se notaba siempre contenta, tranquila. Jamás tuvo tos, o mareos, o algún otro tipo de inconvenientes. De hecho, ella era la más sana de la casa. "¿Y entonces?... ¿por qué no sale sola? es mejor preguntarle a seguir con la duda" Caminando por un barrial, con los pies mojados, porque ese día andaba descalza y era verano, María dio un salto enorme hasta llegar al charco más próximo, salpicando su vestido y los pantaloncitos cortos de Agustín, quien por supuesto, estaba junto a ella. "María!" - se oyó un grito desde la casa de los niños. "Muchacha, ponte las sandalias que te vas a enfermar" "Tía, no se preocupe, está conmigo, en cuanto acabe de jugar con el agua la llevaré adentro para que se bañe y seque como corresponde... es verano tía, no tema", decía Agustín intentando ver el estado deplorable de nervios que se acrecentaba en la madre. De pronto, la mano de María interrumpe la observación serna de Agustín. Temblaba entera, gélidas manos, su piel comenzaba a azularse. "María... qué ocurre, qué tienes" "No es nada, no te preocupes. Es sólo que me marée un poco. Pero eso es todo, y tuve que aferrame a ti para no caer". El primo, súbitamente y como un reflejo de quien siempre pensó en la catástrofe, la levantó ágilmente, y corriendo se dirigió a la casa. La mamá se había recostado, pues quizás dentro suyo, se decía que efectivamente María estaría bien con su primo cuidándola. Temblaba aún más con el calor. Pero tomaban su temperatura y no tenía fiebre. No sentía dolor alguno y sonreía como si el estremecimiento corporal hubiese sido ajeno a ella. Incluso ella trataba de calmar y apaciguar los ánimos inquietísimos de su primo, que a esas alturas se sentía muy responsable de todo loq ue estaba pasando. "Hombre, te digo que no es nada. Verás cómo me levanto mañana y todo habrá pasado. Ni siquiera tengo fiebre" Agustín no entendía nada... ______________________________ Continuará.

jueves, 12 de julio de 2007

Mi Baires gélido y cálido



Esta es la primera parte del album del ché!

se viene la segunda patita

con cafés y libros, carrete y nieve!!!

un abrazo a los visitantes fieles, y un saludo especial a mi gran amigo Basso y a su tan agradable novia Carina

Los queremos y gracias por su bella hospitalidad, jamás la olvidaremos

Ro y Jo